El cuidado: la campana que no se toca en Wall Street

El cuidado: la campana que no se toca en Wall Street

3/7/20233 min read

Hagamos un ejercicio de imaginación en el que por un día en el mundo se suspenden absolutamente todas las labores de cuidado… Las maestras, enfermeras, amas de casa, trabajadoras del hogar, trabajadoras de limpieza de oficinas, “las señoras que sirven el café”, las madres, abuelas, tías, profesoras universitarias, terapeutas, doulas, consejeras de lactancia materna, cocineras, en fin, todas las mujeres que en algún momento del día tienen la responsabilidad de “cuidar” decidieran no ejecutar la labor.

Repasemos el impacto que esta decisión tendría a escala global, y observemos con detenimiento que sin esas labores el modelo económico y financiero mundial actual no podría sostenerse en pie. Por ejemplo, alrededor de 2.000 millones de niños y niñas quedarían sin un día de clases, pero al mismo tiempo, tendrían que resolver cómo alimentarse, cómo bañarse, lavar su ropa, revisar sus labores escolares.

Si quien lee en este momento estuviera en un hospital o clínica, también dejaría de ser atendido o atendida pues, según la Organización Mundial de la Salud para 2020 el 90% de los puestos de enfermería son ocupados por mujeres, y si tiene mucha mala suerte, tampoco podría ser visto por el 40% de las mujeres que constituyen la fuerza médica del mundo.

Las malas noticias no terminan acá, y es que si forma parte de los 58 millones de hogares y/o oficina que tienen empleada a una “señora que limpia” tampoco gozaría de ese beneficio, si vive en Estados Unidos tendría 71% o en América Latina un 56% de probabilidades de no contar con ella ese día de paro en donde ninguna mujer asume esa labor de cuidado, o si trabaja en una oficina nadie podría llevarle el café a su escritorio.

Y si las mujeres no se dedicaran a cuidar ¿cómo podrían los ejecutivos de las grandes empresas tomar decisiones que nos ponen en riesgo climático global? O ¿cómo podrían llevarse a cabo las obras de construcción en las ciudades? O ¿cómo podríamos consumir alimentos si nadie los recolecta o los prepara? O ¿cómo podrían los dueños de los medios de comunicación decidir la información o el entretenimiento que vamos a consumir a nivel mundial? O ¿cómo pudieran dedicarse a la política la mayoría de los hombres y afirmar que las mujeres le quitamos los puestos? O ¿cómo podría un hombre sentirse poderoso porque ejerce control económico y reproductivo sobre su pareja sin permitirle acceso a la compra de artículos de higiene menstrual o anticonceptivos porque “no son una prioridad”?

Según la Organización Internacional del Trabajo la economía del cuidado podría representar actualmente alrededor del 30% del PIB a nivel mundial, dicho en otras palabras, un tercio del modelo económico actual se soporta en las labores de cuidado que en un 77% realizamos las mujeres, y con un peso tan relevante esta economía aún sigue siendo subterránea y claramente ignorada por los grandes capitales.

Las labores de cuidado tienen un gran desbalance a nivel mundial, las mujeres realizamos 2,5 veces más estas obligaciones que los hombres, esto supone que, o tenemos menos tiempo para un trabajo remunerado, o, tenemos que extender nuestra jornada laboral; y no sólo en contextos urbanos, en las áreas rurales las mujeres no sólo deben dedicarse a cocinar, lavar, recoger agua y atender a niños, niñas y personas mayores, sino que además deben formar parte activa de labores agrícolas sin que les sea reconocida monetariamente su participación.

Todavía nadie toca una campana en Wall Street por la economía del cuidado porque estas labores siguen menospreciadas socialmente o no se consideran trabajos, pero si quien lee este artículo de opinión es alguien que puede influir en la toma de decisiones de una empresa, de una institución pública, de su casa, de su entorno, pregúntese qué puede hacer para visibilizar este tema y contribuya de manera concreta a reducir las brechas de género en este fecha que conmemoramos el Día Internacional de la Mujer.

¿Que cómo puede contribuir? Tome conciencia que en la casa “no se ayuda” sino que existen responsabilidades compartidas, si tiene un cargo de elección popular proponga un acto legislativo o formule una política pública que regule y dé reconocimiento a las labores de cuidado. Piense por un momento en ese fatídico día en donde no pueda contar con el cuidado de las mujeres y actúe.

Finalmente, una invitación, casi provocación a las mujeres, a las que ejercemos esas labores de cuidado, ¿qué tal si un día decidimos en forma de protesta darnos de baja y disfrutarnos nosotras mismas, sin preocupaciones y sin culpas? Mujeres, somos la fuerza que mueve la economía mundial, la sociedad, nuestras familias, nuestra comunidad y nuestro entorno, tomemos ese poder y alcemos la voz por la transformación del mundo que todas merecemos.

Feliz Día Internacional de la Mujer.